En pueblos rurales de Entre Ríos, Chaco y Misiones, el daño potencial de los agroquímicos es una realidad impostergable. El fotógrafo Pablo Piovano recorrió las zonas afectadas y sus retratos generaron un impacto global.
Las semillas de soja, algodón y maíz GM son diseñadas para resistir las fumigaciones intensivas que demanda la agricultura a gran escala. El herbicida de uso más extendido, el glifosato, se convirtió en la bestia negra elegida por el activismo agroecologista, y aunque la mayoría de los estudios aseguran que es una sustancia estable y su consumo “implica muy bajo riesgo para la salud humana” (Conicet 2009), la falta de control, la mezcla de químicos y las fumigaciones cercanas a las viviendas potencian catástrofes como las que documentan estas fotografías.
Nos enteramos de este articulo, y disponemos el link al mismo. Las imagenes impresionan, pero son -lamentablemente- necesarias muchas veces.
Fuente revista RollingStone (con la nota completa y las fotos)